Marruecos on the rocks.
DEL CAMPAMENTO BMW MERZOUGA (MERDANI) ENTRE TRAMPAS DE LENGUAS DE ARENA HASTA ERFOUD.
Amanece en el desierto y el tumultuoso silencio de la noche se quiebra con la puesta en marcha de los generadores que dan luz a las haimas. Dentro se desperezan los temporales habitantes que las ocupan, empieza un vaivén de personas, hacia las motos, el desayuno, las tiendas, todo parece tener un sentido en la limpia mañana que nos regala este nuevo día.
Los integrantes del “STAFF” colocan los coches y el camión estratégicamente detrás de la media luna que formamos las monturas de acero y plástico, y empiezan un sinfín de poses para las fotos que darán testimonio del evento, fotos de cerca, de lejos, en grupo, en solitario, con cascos al aire …., todo tipo de poses.
Ha levantado el sol lo suficiente para empezar a notar un aire cálido, Javier esta a mi lado y espera a Borja para que pase la pequeña lengua de arena de la salida. Me deja detrás de la misma y aparece Javier para emprender el viaje de hoy. Ahora esperamos a Borja y salimos en un pequeño grupo hacia la lengua de arena en la que ayer tuvimos el percance, Borja, atento como siempre, me pasa sin esfuerzo al otro lado y a Javier le esperan unos metros de quad, que lleva el otro Javier del “STAFF”.
Nos hemos detenido en un alto, al lado de unas haimas de los moradores de estas tierras desérticas, al fondo, detrás de las tiendas, se divisan un conjunto de piedras clavadas en el suelo, según me dice Javier es un cementerio local. Los chiquillos se acercan en busca de caramelos, Javier les da un par de ellos que lleva, y estos, una vez conseguido su premio, marchan a buscar otras golosinas entre el resto de personas de nuestro grupo.
Llega el camión y sacamos regalos y ropa para los niños y los adultos, el invierno se avecina y el frio del desierto se empezara a notar en las largas noches que ya empiezan a estirarse dejando de la lo al sol. Después de la entrega de los presentes, los “riders” suben a sus monturas y partimos en convoy hacia el siguiente destino, sobre pistas de tierra dura y pequeñas piedras sueltas Javier, dolorido, se encuentra relativamente cómodo.
Seguimos a buen ritmo en dirección sur, de pronto unos pasos ondulantes y aparecen pequeñas acumulaciones de arena, Javier se tensa y aprieta el manillar, descuelga sus pies, pero vuelve a subir el píe derecho, la molestia no le deja apoyar. Es poca arena la que hay, pero en la mente de Javier parece que tenga ante el La Gran Duna de Merzouga, definitivamente hecha los pies al suelo y se detiene. Solicita que alguien le eche una mano a pasar este mal trago, pertrecho y casi sin aliento de la tensión sube al coche que Laura lleva entre baches, badenes naturales y tierra, conmigo Javier, el otro, el experto me lleva en volandas hacia el asfalto que tanto anhelamos.
Paramos en el acceso a la carretera y mi Javier, mi querido dueño, se apea del coche y me mira mientras con poca elegancia, pero de forma efectiva, se acomoda en mi sillín y en un profundo suspiro me susurra:
– Ya estamos en lo duro, Blanquita ahora ya todo irá bien hasta el siguiente destino.
La sorpresa estaba en el destino siguiente, la puerta de un colegio, un recinto de paredes alegras, decoradas con colores vistosos. Todos los colegios son así, quizás para llamar la atención de los alumnos. A nuestro alrededor se agolpan transeúntes, de diferentes edades, mientras nuestros conductores, los que no están lisiados, van descargando bolsas y cajas de cartón con material escolar, chubasqueros y demás ropa. Todas nos quedamos mirando embobadas como las gentes te agradecen el gesto, algunos hablan, otros solo miran de forma agradecida, mientras los “riders” van entrando en el recinto y terminan de descargar el camión.
Emprendemos camino hacia el norte, esta vez vamos dejando a nuestra derecha la impresionante Duna de Merzouga, entre tierras de labor rotuladas por paredes de adobe de grandes bloques, palmeras y arboles frutales, seguimos en comitiva hacia el hotel que dará refugio a nosotras y a nuestros caballeros y damas.
Cuando llegamos al hotel, como siempre todo el “STAFF” ha estado trabajando para prepararnos la bienvenida y Javier me aparca debajo de un chamizo de cañas y paja, protegiéndome del sol de medio día que empieza a ocultarse entre una neblina de polvo. Javier descarga las maletas del camión, para que fuera con menos peso le han permitido subirlas al mismo esta mañana temprano, otro gran detalle de la organización, que siempre esta al tanto y atenta. Coloca las maletas en mis lomos, las siento pesadas, después de toda la mañana sin ellas, saca las bolsas y organiza todos los cachivaches, para dejarme no sin antes decirme:
– Estoy muy dolorido, pero aún así no me hubiera perdido este viaje por nada del mundo. ¡Que descanses Blanquita!
Un poco más tarde Javier aparece, sin ropa de “faena” y revisa las manetas, el cambio, los frenos, y la tornillería en general, pensaba que hoy no lo haría, pero por suerte mi electrónica esta vez si que se equivocaba. Al mismo tiempo, un viento cargado de fina arena y polvo, empezaba a levantarse, cayeron algunas gotas y el viento se hizo más persistente, Javier se marcho hacia el hotel y ese día no volví a verle.
DESCANSO EN EL HOTEL DE ERFOUD.
Hace rato una clara mañana de otoño en el desierto nos dio la bienvenida, era una mañana cálida, una agradable brisa merodeaba por los rincones, mientras la actividad frenética de los “riders” marca el inicio de una nueva jornada, no veo aún a Javier, pero no tardará en venir. Poco a poco las monturas y jinetes o amazonas abandonan el recinto amurallado del hotel, quedamos dos motos, la adventur de Alberto y yo.
A media mañana aparece Javier, se acerca y con una expresión seria, me dice:
– Hoy no nos han permitido salir a Alberto y a mi, mañana hay un duro día de muchos kilómetros y tenemos que hacerlos juntos, tu y yo, por ello el servicio medico nos deja en “tierra firme”. La verdad es que yo había pensado hablar con la organización para decirles lo mismo, estoy un poco mejor, pero me duele mucho, me pongo hielo y parece que mejoro, así que “por desgracia” hoy toca piscina… de agua fría y agua caliente con “jacusi”, ¡cuanto sufrimiento!. – Estas ultimas palabras las decía con una media sonrisa, picarona, inteligente, intencionada.
Blanquita, ayer nos dieron el “finisher”, fue una emotiva y calurosa reunión de todos. Casi me hecho a llorar como un niño cuando Toni y Borja me hicieron entrega de un trofeo que quizás me merezca por mi ignorancia, pero no por haber terminado todos los días las pruebas que nos han puesto, aunque lo he recibido con el honor de pasar de ser un ignorante en OFF road a ser un principiante, he aprendido tanto que me siento orgulloso de mi mismo, parece mentira que pueda expresar esto… pero si, creo que debo sentirme muy contento, por estar aquí, por hacerlo contigo, por la cantidad de cosas que he aprendido y por los amigos que hemos hecho y por lo más importante, llevaremos un trozo de Marruecos con nosotros, nunca olvidaremos este viaje, las gentes, los sitios, los olores y los sabores…. Todo viajara para siempre en nuestros corazones y en un recoveco de tu memoria electrónica, allá en lo mas profundo de tu procesador, algo quedara también de este viaje. Voy a seguir descansando que mañana será un día largo y triste.
No entendí, porqué seria triste, pero a veces no vale la pena adelantarse a los acontecimientos, me quede con que seria un día largo y entré en un sueño ligero, recordando las palabras que Javier me había dicho, recordando lugares, plazas y calles, hoteles y curvas, cauces, ríos y caminos, cedros y manzanos, palmeras, gargantas y desfiladeros, todo se agolpa en mi memoria…. Siento como la luz del día se apaga lentamente, las figuras de alrededor comienzan a ser sombras y terminan por ser una mancha en la oscuridad de la noche, todas las monturas están ya dentro del recinto, dispuestas a relajar la electrónica y ¿por que no?, a soñar.
(Mientras Blanquita y Javier se recuperan en el hotel al resto del grupo les espera una etapa muy especial. Hoy volveremos a ver arena, paisajes espectaculares y una formación rocosa curiosa conocida como “La cárcel portuguesa o la momia”).
CP en la Momia
DE ERFOUD A NADOR, BUENO EN REALIDAD A MELILLA.
El sol asomaba por entre las montañas lejanas, y la claridad hacia ya un rato que nos
rodeaba, aclarando las formas inertes de la noche. Es una alegre mañana, Javier estará a punto de llegar, veo como se preparan los moteros y las motos y casi sin darme cuenta estamos otra vez juntos, coloca las bolsas en las maletas, los cachivaches, el porta “roadbook” y coloca el baúl.
– Blanquita salimos un poco antes porque tenemos que cargar combustible, luego iremos con Alejandro, Daniel, Alberto, José Manuel… bueno con José Manuel he pasado todas las noches de este Punta a Punta, como es tan grande, en todas las camas le sobresalen los pies por fuera, menos mal que no hace frio… era una estampa un poco cómica. La compañía y la charla se agradecen en los momentos de descanso del los hoteles.
Dicho esto, partimos hacia la gasolinera cercana y desde allí tomamos rumbo norte, el viaje vuelve a comenzar otra vez, pasamos aldeas y volvemos a entrar en carreteras que ya leemos a la perfección, como si hubiéramos conducido entre las mismas muchos días…. bueno en realidad así ha sido, ahora me doy cuenta que llevamos una semana en Marruecos. Parece que fué ayer cuando nos embarcábamos en Motril.
Pasamos entre palmerales enormes, apostados en las suaves laderas de los arroyos, ya hemos visto muchos parecidos, pero me siguen sorprendiendo y me alegran, es acogedor el verde en contraste con la sórdida soledad de las enormes extensiones de tierra y arena de las zonas semidesérticas que los rodean, son como faros de vida entre cañones de inertes testigos pétreos del tiempo que pasa de forma inexorable.
El asfalto esta en buen estado y las carreteras nos permiten mantener un buen ritmo, atravesamos ahora enormes extensiones montañosas, salpicas de pequeñas aldeas. Siguen las rocas y los montes, con cardos, platas enanas y rebaños de cabras y ovejas. Vamos rodeando el Atlas medio, paralelos a veces a cauces de ríos que dan esplendor al horizonte ocre y otras en cañones y llanuras de eternos cielos, azules, limpios de nubes, sin mácula alguna. Cruzamos cañadas profundas, como heridas en las entrañas de estas tierras que pasan de ser fértiles a desiertos con la misma facilidad que explotan mis cilindros, casi sin darte cuenta. Vamos susurrando entre suaves brisas y el ruidoso runrun de mis zapatos no llega a sentirse lo suficiente como para impedirme oír los motores de los coches y camiones de deformada carga que cruzamos.
Vamos en grupos, siempre hacia el norte, variando rumbo este a tramos. El asfalto no nos abandona y eso reconforta a Javier, le noto tranquilo, se que le duele el pie derecho, pero ahora parece levitar sobre mi, vuelve a disfrutar del entorno maravilloso que nos rodea. Mis pulmones están limpios, bocanada a bocanada, siento el país que atravesamos, el aire entra en mis cilindros y me regodeo en cada una de las miles de explosiones que empujan nuestros cuerpos hacia lo desconocido, hacia adelante. Hoy yo también voy más relajada, me fundo con Javier y observo los cerros de planas cimas, las cañadas y las aldeas de abobe y cemento, busco la mirada de los aldeanos y encuentro a los burros como infatigables compañeros de fatigas, los carromatos y las obsoletas motocicletas parecen tener un pasado común, algo me dice que tenemos más en común de lo que parece.
Volvemos a parar, en una gasolinera de un pueblo de cierta importancia. Después del repostaje seguimos el camino, vamos solos, el grupo siguió adelante en un cruce. Me sorprende cruzar un enorme puente que une las dos orillas de la ciudad que el cauce casi seco del rio ha creado. Seguimos adelante por carreteras de buen asfalto, a la salida de una rotonda están los amigos del “STAFF”, indicándonos que paremos en las cercanías de un restaurante. Javier se mete en el establecimiento, no antes de decirme:
-Tu ya has comido, ahora me toca a mí.
Mientras espero, cerca de una pequeña construcción de la que sale mucho humo, me doy cuenta que es la cocina del restaurante, la carne se hace aquí en el fuego. Espero que Javier “repueste” bien y aguante bastante, aunque no suele parar mucho cuando viajamos, casi más para beber que para comer.
Terminada la hora de la pitanza, tomamos de nuevo la carretera, ahora vamos en convoy hacia nuestro destino. Entramos en las llanuras del este del Rif, todo es fértil, llenos de una moribunda vegetación preparándose para el invierno, pero que fue frondosa en primavera. Se ven extensiones de siembra convertida en rastrojos, frutales, maíz y zaina para los animales.
Empezamos a atravesar ciudades mas y mas grandes cada vez, entra ellas extensiones de valles y enormes llanuras. La noche se anuncia con su manto de estrellas y entramos en Nador. El caos que habíamos conocido el primer día, nos parece ahora normal, vamos pendientes de la frontera y el puerto. Justo antes de llegar a la frontera, la noche esta ya encima de nuestros cuerpos, paramos en pelotón en otro restaurante, la cena de los “riders” esta preparada, nosotras nos quedamos en un improvisado parque cerrado, a la vista de todos, pero vigiladas, para nuestra seguridad. El día se marcho a descansar y ahora bulle la noche en la ciudad de Nador.
Después de la cena, lanzamos nuestros cuerpos hacia la frontera, tenemos que cumplir con los trámites burocráticos de la aduana. Esta vez estamos más tranquilas, los papeleos se hacen con rapidez, gracias a las gestiones de la organización, avanzamos otro paso más hasta quedar a la espera en el puerto para embarcar.
La noche nos acompaña en estas horas antes de embarcar, poco a poco van entrando coches, camiones y autocares en la enrome barriga del barco. Han entrado ya los coches de la organización y solo quedaos las motos por embarcar, otro grupo de motos, que no pertenecen al grupo que hemos pasado estos días en Marruecos, también está a la espera de atravesar la enrome garganta del buque. De pronto las rampas de ascenso al barco, lentamente se empiezan a cerrar y nosotras y los “riders” nos quedamos sorprendidos, son momentos de confusión, se oyen voces de protesta y parece que los responsables del barco se desentienden de nuestras quejas… a lo lejos, el barco suelta los amarres y se aleja del malecón, cada vez con más velocidad comienza a desaparecer en el oscuro mar que mezcla la oscuridad del cielo con la del mar.
Estamos en tierra. Los “riders” se reúnen y se vierten opiniones y soluciones, ir a Ceuta, volver a Melilla, esperar otro barco desde Nador, todo es una confusión, pero ante este caos surgen las ideas de los organizadores que están ya hablando por teléfono con Borja. Empiezan a darse soluciones y Javier se me acerca para decirme:
– Estamos en tierras internacionales, la mejor opción es volver a Marruecos, y aprovechar esta noche ya perdida para pasar la frontera de Melilla, buscar un hotel y dormir algo para mañana intentar volver a la península, pero ya estaríamos en España y el tiempo de la frontera lo ahorraremos para mañana.
Javier coge toda la documentación, se acerca a la aduana y en una perfecta cola organizada, se empiezan a hacer las gestiones para volver a Marruecos, por una parte los Gendarmes de la aduana Marroquí y por otra la organización, hacen que estos trámites sean muy rápidos.
Ponemos rumbo a la aduana de Melilla, una vez que estamos ya en terreno Marroqui, vamos flanqueados por un coche de la gendarmería de Marruecos, con el responsable de la aduana, para abrirnos camino y por el camión de Toni, que también se ha quedado en tierra. Así acompañados, llegamos a la aduana de Melilla y allí nos espera nuestro amigo de la ida, está avisado por Toni, de la organización, y facilita la labor del último papeleo para habilitar el paso hacia España. Gracias a la predisposición de los Agentes de Marruecos y a la intervención de los responsables de la organización, todo se acelera y en poco tiempo vamos ya, dentro de España, al hotel con el que se han concertado algunas habitaciones. Un grupo de motos se queda en el primer hotel, mientras que otras salen a buscar otro que pueda dar cobijo a todos los “riders”.
Son las tantas de la madrigada, Javier estaciona en un hueco en la calle, coge las bolsas, cierra las maletas y el baúl y rendido de cansancio marcha hacia el hotel, no sin antes decirme:
– Esto Blanquita también forma parte de los viajes. Hay que saber improvisar y la verdad es que nos ha salido bastante bien. Gracias al “STAFF”, los amigos de Nador y el cuerpo de Gendarmes de la Aduana Marroquí, que se han puesto a nuestra disposición, echándonos una mano en todo. Me he sentido arropado, cuidado, casi mimado, estoy muy orgulloso de haber tenido esta experiencia, ya que en estos momentos es cuando te das cuenta de lo importante que es la colaboración y desde luego del “STAFF” ya me lo esperaba, pero Las Gentes de Marruecos han reaccionado como si ellos fueran los afectados, son excepcionales.
Con estas palabras y los ojos húmedos de emoción, Javier se aleja en dirección a la cama que tanto necesita. Mientras, yo me aletargo sintiendo la humedad de una noche ajetreada, los sonidos de la ciudad de Melilla van lentamente espaciándose, indicando que la hora del descanso ha llegado para todos. Mañana ya veremos, hoy hemos disfrutado de un día mas de viaje y emoción…
NAVEGANDO A CASA.
Domingo 15 de octubre de 2017
Las 10:42 de la mañana, mientras la ciudad se despereza, algunos gorriones buscan migajas de pan entre las rayas del asfalto. Javier aparece con las bolsas en las manos, bamboleándose como el cereal en los días de viento, se me acerca y mientras coloca las bolsas en las maletas y prepara el baúl, me explica:
– Mientras desayunaba, en la recepción del hotel me estaban gestionando el billete del barco, salimos a las 12:30 para Motril, llegaremos sobre las cinco de la tarde. Así que para no quedarnos en tierra por segunda vez tenemos que salir para el puerto, la verdad es que está muy cerca, pero como habrá mas amigos allí, pues no estaremos esperando solos, podremos charlar un poco.
Sin mas dilación, ponemos rumbo al puerto, al que accedemos en pocos minutos, son las 11:25 cuando estamos ya preparados, junto con el resto del grupo, para entrar en la bodega del barco. Embarcamos y ahora Javier me susurra:
– Ya estamos a bordo Blanquita. Esperare a que te amarren y me iré a descansar, hoy también será un día largo, pero estamos en el buen camino.
Son las 17:16 horas y abandonamos el puerto de Motril para dirigirnos a casa. En el camino nos encontramos a Alberto y haremos el camino hasta Madrid juntos.
Todo me parece monótono, si no fuera porque seguimos en marcha estaría con mis cilindros atascados, como llenos de algo parecido a la nostalgia, me queda la ilusión de seguir con Javier otro viaje más.
Entre curvas, abiertas, sinuosas, llegamos a Granada, mientras el sol se dispone a despedirse para dar paso a la inerte oscuridad de la noche. Avanzamos a buen ritmo y llegamos a Despeñaperros con las ultimas luces del día. Siento como una presión, noto a Javier distante, como si algo de él se hubiera quedado en Marruecos, quizás yo también esté allí. Con el cansancio que nos acompaña y la nostalgia entramos en los llanos de La Mancha, el viento lateral nos empuja y vamos de lado sorteando coches y camiones, la carga perfecta, todo oculto, todo tan controlado… me embarga un sentimiento extraño, recordando los camiones con la carga sobresaliendo por el costado, invadiendo la calzada contraria, con vaivenes peligrosos que ya no aparecen detrás de una curva, como escondidos esperando nuestra llegada. Todo parece mas civilizado, no parece que nada te sorprenda, seguimos con el viento lateral fuerte como única nota del viaje.
Suena mi voz, estruendosa, aguda, como un silbato desgarrado por el viento que nos rodea, Alberto nos saluda desde su montura…. Casi hemos llegado, pero a él le espera un largo viaje aún. Una callada despedida, una bocanada de aire de ciudad y hasta siempre Alberto.
EPILOGO.
Acabamos de llegar al garaje, son las 17:15 horas del día 31 de Octubre. Los amigos de
Rolen me han cambiado mis zapatos, ahora parecen unos “martinelli”, como me dice Javier con su eterna sonrisa, estoy limpia, revisada, a punto para otra aventura.
Mis amigos de Rolen me llaman Blanquita, ya no soy 4226JDS, gracias….