Presentación
18 al 25 febrero 2017
El Desert Trophy Panda Edition es un raid genuino.
Es una definición sencilla pero con tantos matices como participantes, porque cada participante vive el Desert Trophy Panda a su manera. Caben quienes tienen experiencia y vienen a competir, caben quienes nunca han participado en un raid y vienen a pasarlo bien, caben también quienes sueñan con cruzar Marruecos sin pisar el asfalto pero buscan el amparo de una organización y caben quienes buscan simplemente aventura ¡y eso es lo único que aseguramos para todo el mundo!
Es más, hay que venir para descubrir qué buscas en Desert Trophy Panda, porque a veces nos sorprendemos y encontramos algo que ni siquiera sabíamos que veníamos a buscar y ese es quizás, el verdadero espíritu de la aventura.
La principal característica que define al Desert Trophy Panda, es que somos una auténtica familia, donde la competición, la lucha, las clasificaciones, quedan en un segundo plano frente a la solidaridad, el compañerismo, las horas compartidas reparando el coche del amigo, las noches de risas y ánimo mientras salimos de un problema y todo ello, motiva un sentimiento común: fidelidad a una forma de vivir, fidelidad a un sueño.
Aquí comienza el Desert Trophy Panda Edition 2017!
DESERT TROPHY PANDA EDITION 2017
Por 50 euros
En la mente de todos, el Dakar. Pero el Dakar es prohibitivo. El Desert Trophy Panda, no. Por 50 euros, justo lo que ha pagado un punterísimo participante por su Panda, se abre la posibilidad de vivir «la gran aventura africana» con todos los ingredientes necesarios para mantener la adrenalina disparada durante una semana.
Nieve, barro, piedras, arena, dunas, pistas, frío, calor, averías, penurias, navegación… No falta de nada.
Porque el DTP, sí, resulta divertido, pero también muy exigente, sobre todo, con unas mecánicas que nacieron, no lo olvidemos, en el siglo pasado… Y ello significa que a los eventuales 50 euros que puede llegar a costar el más barato de los Pandas, deberemos añadir los bastantes más euros y horas de trabajo que comportan las obligadas tareas de preparación.
Y aunque hay quien se conforma con incorporar al modelo de serie unos mínimos extras tendentes a facilitar la adaptación del vehículo al medio –neumáticos «off road», faros, snorkels, amortiguadores con mayor recorrido…
En el extremo opuesto encontramos a un buen número de participantes que abordan el acondicionamiento de sus «infernales máquinas de raid» con absoluta minuciosidad: modifican el circuito de refrigeración, montan propulsores de superior cilindrada, protegen adecuadamente los bajos y depósitos de combustible, refuerzan chasis y suspensiones, ensanchan ejes…
Con todo y con ello, la vida de un Panda en el Desert Trohpy no es fácil.
Los contratiempos mecánicos están a la orden del día
Tan cruciales como las labores de navegación o el propio pilotaje resultan aquí las habilidades mecánicas de los miembros del equipo.
En esta tercera edición de la prueba hemos sido testigos directos de cómo «los Pandistas» se han enfrentado una y otra vez a improvisadas reparaciones in situ de lo más variado: cables de acelerador rotos, bombas de gasolina fuera de uso, embragues al borde de la extinción, cárteres machacados por piedras, latiguillos de frenos perforados, carburaciones que se atragantan con la altura… y siempre, ruedas y más ruedas destrozadas.
Incluso hay quien ha comprobado de primera mano lo mal que llega a funcionar un Panda con gasoil –ojo cuando se echa combustible en Marruecos- o incluso las extraordinarias tarifas con que trabajan los talleres locales.
2.300 metros: nieve
Pero ya va siendo hora de que hablemos de la carrera y sus casi dos mil kilómetros de recorrido por suelo marroquí.
El primer punto de encuentro es Motril. Desde allí, cinco horas de ferry y estamos en Alhucemas, donde tienen lugar las verificaciones y donde se ha previsto celebrar una primera especial nocturna, que finalmente es anulada por el retraso acumulado entre ferry y trámites de aduana.
La verdadera acción pues arranca al día siguiente. Bajo un diluvio y con un enlace de 300 kilómetros hasta Ifrane, que ya provoca la primera baja: el 4×4 vencedor el pasado año del equipo Spazio All Road queda irremisiblemente fuera de combate tras ser embestido en carretera por un paisano que pierde el control en mojado.
La especial de la jornada, el divertido juego de localizar una serie de waypoints establecidos de antemano por la organización, cada uno, con una puntuación fijada en base a la dificultad de acceso y distancia.
Pero sí el aperitivo inicial es de lluvia, la segunda jornada abre con nieve, una altitud máxima de 2.300 metros que trae de cabeza a todos con las carburaciones…
Y una embarrada subida, sobre cuya deslizante superficie se requiere mejor tracción incluso que sobre la nieve.
Toca empujar, pelear, tirar.. que es algo que uno puede asumir en solitario, con la ayuda de sus propios contrincantes –el espíritu que respira el DTP en este sentido es inigualable-, o incluso con el apoyo de la infraestructura salvadora que la organización pone a disposición de los participantes cuando las cosas se tornan feas y cuyo empleo, eso sí, acarrea una penalización de 20 puntos.
En estas circunstancias, y es algo que también comprobaremos ante la posterior llegada de la arena, los modelos de dos ruedas motrices se hallan en franca desventaja con respecto a los 4×4 y de ahí precisamente que, a efectos de clasificación, no exista como tal una scratch, sino que se contemplan de forma independiente los resultados obtenidos por una y otra categoría de vehículos.
Hacen su aparición los primeros ríos de arena.
Para cuando al día siguiente la caravana del Desert Trophy Panda pone rumbo a Errachidia, sale el sol, los termómetros suben un poquito más, y todo parece más llevadero… hasta que en plena especial, de 180 kilómetros, hacen su aparición los primeros ríos de arena.
De nuevo, copilotos «al borde de un ataque de nervios» y en esta ocasión, palas funcionando sin cesar, abundante trabajo en equipo, y no pocas penalizaciones para quienes quedan encallados sin solución y han de ser remolcados por alguno de los todo terreno que lucen el dorsal «Org» y que siempre están apostados en los puntos más conflictivos de la etapa.
Camino de las dunas
Tres jornadas más por delante y ya todos sueñan con las dunas. Algunos, en modo pesadilla, porque verdaderamente las temen, y otros, más confiados, deseando que llegue el momento de empezar a jugar con ellas.
Entre estos últimos, el andaluz Álvaro Molina, quien, por cierto, en la jornada de despedida y una vez terminado el raid, nos ofrecerá una bonita demostración de lo que es surfear con un Panda por las dunas, revelándonos además uno de los secretos de su manifiesta superioridad en dicho medio: «creo, simplemente, que mis rivales se equivocan en la elección del neumático. Yo monto unos para nieve, que aquí van como ningún otro».
Pero por el momento, hasta llegar al controvertido postre de las dunas, aún hay que superar el desafío previo de interminables kilómetros por esas pedregosas, secas y polvorientas pistas, carecterísticas de Marruecos, absolutamente inmisericordes con las mecánicas y capaces por sí solas de desarmar el automóvil mejor preparado.
Y hoy, por tercera vez consecutiva, etapa de seguimiento de track. ¿Qué significa esto? Que si te desvías más de 50 metros de la dirección marcada, penalizas, lo cual da lugar a plantear bien la estrategia más conveniente a la hora de, por ejemplo, encarar un paso difícil: ¿qué me interesa más, penalizar para evitar un banco de arena o arriesgarme a perder dos horas tirando de pala?
La meta se ha enclavado en un punto de obligada visita para los turistas, el fuerte de Mogador, y desde allí un pequeño enlace nos conduce hasta la localidad de Erfoud, donde al final del día, a las puertas de sus talleres, se agolpan no pocos coches en busca de «atención médica». Allí improvisan como nadie, manejan la soldadura con destreza, y tratan de tú a tú a muchos de los grandes astros de los raids, con los que uno puede toparse habitualmente durante los meses previos a la celebración del Dakar, cuando vienen hasta aquí para efectuar sus sesiones de pruebas.
Con acertado criterio, las dos etapas finales se ha querido que sean de localización de waypoints. Así, en caso de que las dunas te produzcan dolor de estómago, tienes la opción de evitarlas: si te centras en los waypoints de menor puntuación, seguro que no te las cruzas en tu camino. Tal vez no ganes, pero te habrás ahorrado disgustos.
Dos jornadas por tanto alrededor del mítico y siempre majestusoso Erg Chebbi, con banderazo final a orillas del lago Yasmina –orillas «virtuales», no hay agua-
La victoria definitiva del Camping Panda II entre los 2×4 y la, desde luego menos heroica, del Team Beluga en cuatro ruedas motrices.
¿Un último consejo? Si estáis del lado tanto de los clásicos como de la aventura y no andáis sobrados de presupuesto, guardaos 50 euros y cruzad los dedos por si encontráis un Panda por ese mismo precio. Algunos lo han hecho.
Puedes visitar la web para mas información: https://deserttrophypanda.com
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